El 8 de marzo es reconocido internacionalmente como el Día de la Mujer, y año tras año surgen discusiones sobre si es o no un día de festejo.
Está más que claro que no hay razón para
festejos cuando en todo el mundo las mujeres ven cómo se violan sus derechos
por leyes y costumbres hechas a medida del hombre. No importa hacia qué país
miremos: en todo el mundo existe un sistema patriarcal donde los hombres
dominan a las mujeres. Esto lleva a que, a lo largo de la historia, los
derechos de la mujer hayan sido relegados, estableciendo una relación de
opresión y dominio de los hombres sobre las mujeres, derivando
indefectiblemente en la violencia de género, en cualquiera de sus variantes
(física, emocional, sexual, etc.)
Lamentablemente, los ejemplos sobran: en
Argentina, la realidad es que cada hora una mujer es golpeada. Cada día tres
mujeres son abusadas sexualmente. Y a lo largo de cada año hay casi trescientos
femicidios. Todo esto solo en Argentina. Estas cifras tristemente se
multiplican por miles en el mundo. Además, según las frías estadísticas, las
mujeres representan el 90 % de las víctimas de las redes de trata, y cobran
salarios que son un 30 % menores que los que cobran los hombres. Esto también
es violencia.
Por todo esto, el 8 de Marzo no es un día para
festejar, porque bajo un régimen de opresión no hay felicidad posible. Es un
día para reflexionar sobre qué puede hacer cada uno para avanzar hacia a una
sociedad igualitaria y luchar para lograrlo. Porque para terminar con la
desigualdad es necesario terminar con un sistema que se nutre de ella.
Debemos entender que esta lucha, sin lugar a
dudas, la llevarán adelante los sectores más oprimidos por este sistema: las
mujeres, principalmente las mujeres trabajadoras, que son doblemente
explotadas. Para hacer un cambio los hombres tienen que rechazar esta posición
de "privilegio" que el sistema explotador y su historia patriarcal
nos tienen reservados. Cuando un hombre somete a una mujer no hace más que
seguir alimentando las divisiones que fortalecen a la clase dominante, al
patrón que lo somete.
El Día Internacional de la Mujer no debería
ser cada 8 de marzo, debería ser todos los días. No debería ser un
acontecimiento reseñado por todos los medios, compartido en todas las redes y
motivo de muchísimo ruido en todos los ámbitos solo un 8 de marzo. Deberíamos
estar presentes todos los días, porque cada hora, cada minuto, cada segundo una
mujer o una niña necesita ser rescatada. Mucho hicimos, mucho avanzamos, pero
queda mucho por hacer.
El camino aún es cuesta arriba, el pensamiento
machista y patriarcal es fuerte y se perpetúa. En este mes conmemoramos a
aquellas mujeres que abrieron brechas, tomemos fuerzas y continuemos luchando
por la libertad de las mujeres, sin miedo cuando un hombre se cruza cuando
volvemos solas a casas.
Alumna del Sagrado Corazón.
San Martín, Buenos Aires.